La casa de las flautas, en el centro de la aldea, esconde instrumentos que las mujeres pueden oír pero que no pueden ver. Las flautas descansan colgadas de la viga central del techo y pueden ser tocadas en cualquier momento por un grupo de tres hombres en el interior de la casa. De noche, cuando las mujeres se retiran, las flautas pueden ser llevadas al patio. También salen al aire libre en ocasión de las tareas colectivas masculinas y son retribuidas con alimentos por aquel favor que es realizado. En esas ocasiones las mujeres deben permanecer encerradas en sus casa.
Pero las mujeres invierten esa situación en el rito del Yamurikumã (en terminología kamaiurá, la más difundida en la región), realizado en la estación seca, en el cual ellas actúan con armas los movimientos típicamente masculinos usando los ornamentos de plumas y sonajas en los tobillos que normalmente son utilizados por los hombres; luchan, e inclusive realizan el huka huka.
Recibiendo a los invitados de otras aldeas, que acampan en las proximidades (igual que en Kwarup), las participantes entonan canciones que se refieren a la sexualidad masculina. Hay varios tipos de canciones, algunas mencionan los eventos de origen de esa ceremonia, muchos reproducen la estructura de las performances masculinas con las flautas y otras simulan explícitamente la sexualidad agresiva de los hombres frente a ciertas mujeres. Los hombres, que pueden ser agredidos, se retiran.
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