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miércoles, 22 de agosto de 2012

Pueblo Indígena Paiter-Surui


El Pueblo Indígena Paiter-Surui está integrado por 1300 habitantes que integran cuatro clanes: Gameb, Gamir, Kaban y Makor. Este pueblo ha entrado en contacto con la sociedad no indígena hace tan solo 40 años.
Su territorio fue delimitado, demarcado y homologado por el gobierno brasileño como Tierra Indígena Siete de Septiembre en el año 1983 (Decreto Nº 88867) . Tiene una superficie de 247.870 has y se extiende entre los estados de Rondonia y Mato Grosso, en el oeste de Brasil.
Los Paiter-Surui no han cedido a las presiones de las empresas que quisieron deforestar sus bosques, y hasta el año 2008 sólo se habían desmontado 7.000 has en su territorio.
FUENTE: http://www.territorioindigenaygobernanza.com

La primera denominación conocida es de autoría de Frei Antonio Salas quien, en 1923, llamó Sororós a estos indios. En la década de 1950, el también padre dominicano Frei Gomes, responsable por los primeros contactos, los llamó Suruí, que es la denominación más utilizada.  En 1961, identifiqué la palabra Akwáwa como constituyendo la autodenominación del grupo aunque la antropóloga Iara Ferraz considera más apropiado el término Aikewara.


Al producirse el primer contacto, los Suruí estaban localizados en el margen del pequeño arroyo conocido como Grotão dos Caboclos, afluente del río Sororozinho, a su vez, afluente del Sororó, tributario del río Itacaiúnas. En 1998, la aldea estaba construida en un área cercana a la carretera que une la vía Transamazónica a São Geraldo do Araguaia. La Tierra Indígena Sororó está situada al sudeste de Pará, en el municipio de São João do Araguaia, a casi cien kilómetros de la ciudad de Marabá, el mayor centro urbano de la región.
Originalmente se ubicaban en una región de la selva tropical, pero en las últimas décadas la selva fue destruida para darle lugar a las pasturas, lo que resta está situado dentro del territorio indígena.
La demarcación de la Tierra Indígena Sororó dejó por fuera de su territorio a antiguas aldeas y, principalmente, a algunos campos de castañas utilizados por este pueblo.


Historia del contacto
Desde la década de 1920, existen precarias informaciones acerca de la existencia de los Suruí en las cabeceras del río Sororó, de acuerdo a Frei Antonio Salas, citadas en la revista dominica Cayapós y Carajás. En efecto, algunos habitantes más antiguos me informaron que los Suruí acostumbraban aparecer, a mediados de los años 20, en la vecindad de una hacienda denominada Altos Montes, en las cercanías de Santa Isabel. Pero fue solamente a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando la región fue invadida por los buscadores de metales preciosos o garimperos en busca de cristal de roca, entonces un material de suma importancia estratégica, que se intensificaron los contactos. En 1947, por ejemplo los indios intentaron aproximarse a los recolectores de castañas en un paraje denominado Cajueiro. El propietario de la “colocación”, juntamente con sus empleados les dispararon hiriendo, inclusive, a algunos de ellos.
El primer intento organizado de contacto fue realizado de 1952 por el dominico Frei Gomes Leitão, quien partió con algunos hombres de la localidad de Xambioá y alcanzó la aldea, encontrándola desierta. Varios regalos fueron dejados en el lugar. Días después, los Suruí realizaron algunas incursiones por las casas de los habitantes de la región, en las proximidades del arroyo Xambioá, en donde dejaron tortugas, bananas y adornos de plumas, entre otros. Esta retribución de regalos causó pánico entre los habitantes. Al año siguiente, Frei Gil consiguió su primer contacto. Cerca de un arroyo, en las cercanías de la aldea, lo que recién ocurrió en 1960. Antes de esto, en octubre de 1957, entusiasmados con los resultados de los contactos con el misionero, los indios entraron en contacto con los explotadores de las castañas, en los márgenes del río Sororozinho, cerca de un paraje denominado Fortaleza. Fueron repelidos por balas, un indio murió y otros tres fueron heridos.
Con la muerte del viejo jefe Mussenai, en abril de 1960, durante la epidemia de gripe que mató a la mayor parte de la población, el grupo pasó por algunos momentos de desorganización. Un habitante de la región se aprovechó de la situación y consiguió ganar la confianza de los indios. Bajo el pretexto de civilizar a los Suruí, les obligó a cortarse los cabellos, vestir ropas, construir habitaciones semejantes a la de los brasileños, además de introducirles nuevas necesidades alimenticias. Su objetivo era transformarlos en cazadores de pieles. En septiembre de 1960, Frei Gil consiguió expulsar a los intrusos de la aldea. Para evitar nuevas invasiones, instaló a una pareja de empleados en una cabaña distante a tres kilómetros de la aldea. Gracias a esto, los Suruí retomaron sus costumbres. La vivienda de tipología blanca fue destruida y la tribu volvió a realizar un gran campo de cultivo que produjo muy buenos resultados en 1961.
A partir de entonces, el contacto con los blancos se volvió permanente y el grupo vivió momentos dramáticos a inicios de la década de 1970, cuando la región fue el escenario de la famosa Guerrilla del Araguaia.
Antes del contacto con los blancos mantuvieron muchos contactos guerreros con los grupos Kayapó.


Cosmología y chamanismo
Así como otros grupos Tupí Guaraní de la región, estos indios creen en Mahyra, el héroe mítico, padre de los gemelos Korahi y Sahi (el sol y la luna). Son estos gemelos los que completan el trabajo de la separación entre la naturaleza y la cultura, iniciados por Mahyra, el héroe civilizador por excelencia, dado que fue el quien robó el fuego del urubú y se lo dio a los hombres. Pocos mitos fueron recolectados entre los Suruí, lo que requiere nuevas investigaciones al respecto.
El chamanismo está presente entre los Suruí: Mussenai, el jefe anciano y Kuarikwara, quien lo sucedió, eran pai'é, lo mismo ocurría con Uassaí y Mikuá, dos de los más viejos sobrevivientes de la epidemia. No se diferencia del chamanismo encontrado por Eduardo Galvão (1961) entre los Tenetehára. El ritual más importante, el de Tokasa, ocurre logo luego de la tala en los campos de cultivo, cuando una pequeña cabaña ceremonial se yergue en el centro de la plaza. Por la noche, los hombres –con la vedada participación de las mujeres- liderados por el chamán intentan entrar en contacto con los espíritus de sus antepasados que son nominados en las canciones que en ese momento entonan.
Un inmenso cigarro, hecho de hojas de tabaco es utilizado por los chamanes para facilitar el trance. Se acostumbraba defumar a los forasteros con el humo de ese cigarrillo.
Como ocurre entre otros grupos Tupí-Guaraní, los muertos son enterrados dentro de la casa. Cuando la casa está repleta de muertos, la misma es abandonada, fue lo que ocurrió en el período de la epidemia de la gripe. En una situación normal, la casa y los muertos son abandonados cuando ocurre una mudanza de aldea a causa del agotamiento de las tierras agrícolas. Los espíritus de los muertos son denominados owera, pero la mayor preocupación se dirige a los karuara, una forma de espíritu que nunca fue un ser humano y tiene el poder de provocar las enfermedades. Tupã es considerado el demonio del Trueno y del Rayo, siendo por ello bastante temido por los Suruí.

FUENTE: http://pib.socioambiental.org

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