Este pueblo comenzó su contacto sistemático con la
población no indígena apenas comenzado el siglo XX; hasta entonces habían
mantenido una relativa independencia en virtud de habitar la región árida
chaqueña, un territorio poco interesante para los primeros intentos de colonización.
Sin embargo, lo que para la población blanca parecía un ambiente hostil, brindaba
–a los chorote y a otros pueblos cazadores, recolectores y pescadores como
ellos– múltiples recursos de diverso tipo y motivo para el desarrollo de una
concepción compleja acerca de la condición humana, su relación con los
elementos de la naturaleza y con lo sobrenatural. Debe aclararse que esta
distinción que acabamos de hacer (la humanidad, la naturaleza, lo sobrenatural)
no es significativa para la cultura chorote, en la cual estos tres ámbitos
están constantemente en relación, se interpenetran y actúan recíprocamente
entre sí.
Y, como en muchas otras culturas, el saber progresivo
sobre estos ámbitos y la posibilidad de trasladarse entre ellos es fuente de
poder para los más sabios, que son, frecuentemente, los más ancianos. El poder
se traduce, en parte, en la posibilidad de curar o de hacer daño y en la capacidad
para la profecía, propia de los aiewuj.
Dos hechos en el siglo XX alteraron profundamente el
modo de ser y de vivir chorote: la Guerra del Chaco (Bolivia y Paraguay,
1932-1935), que especialmente afectó a los chorote del norte o montaraces
(iyowújwa) empujándolos hacia el sur, donde se encontraban los chorote del Pilcomayo
o iyojwá'ha. El segundo hecho fue el
ingreso a la región de las iglesias y misiones evangélicas, las que ejercieron
(y aún lo hacen) una fuerte influencia en la retraducción de la concepción del
mundo chorote a través de las ideas propias de la cosmología y la teología cristianas.
Han sido también el canal para un proceso sui géneris de civilización, que no
es más
que la adaptación a los estilos y hábitos de la
cultura regional, pero desde una posición subordinada. De este modo, el pueblo
chorote –que era considerado extremadamente pobre desde una visión
etnocéntrica– se ha convertido, en efecto, en uno de los segmentos más pobres
de la población del norte de la Argentina.
me gustó mucho :D
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